Muchos de los refrigerantes utilizados en los sistemas de climatización son gases de efecto invernadero, a menudo cientos de veces más potentes que el CO2. Por eso están sujetos a límites y regulaciones cada vez mayores, basados en el potencial de calentamiento global (GWP) de cada refrigerante. En la práctica, estas normas sobre los gases fluorados afectan a su sistema de varias maneras, por ejemplo:
Prohibición de algunos usos de refrigerantes con alto GWP
Requisitos de inspección y detección de fugas
Cuotas de avance basadas en el nivel de GWP, que limitan el suministro de refrigerantes